martes, 30 de noviembre de 2010


El dolor crónico afecta a la vida personal y social del paciente
El dolor es un síntoma por el que acuden al médico de familia la mayor parte de los pacientes. Y es algo que genera no solo disconfort y malestar sino una enorme preocupación en el paciente y en su entorno. Cada persona percibe el dolor de una forma más o menos intensa, pero a grandes rasgos podemos diferenciar dos tipos de dolor frecuentes, el dolor agudo y el dolor crónico. En cualquier caso, existe tratamiento y alivio para la mayoría de los casos.

El dolor es un hecho subjetivo y la mejor medida es la que puede dar el propio paciente; para ello, el médico le pide que cuantifique el dolor en una cantidad que puede estimarse del 0, que es no tener dolor, al 100 que es el máximo. Después debe caracterizar el dolor, explicar cómo es, dónde duele y desde cuándo.

Hay técnicas que intentan objetivizar el dolor; técnicas que miden la temperatura de la zona, otras que miden las estimulaciones eléctricas que derivan de la zona dolorida, otras miden el registro a nivel cerebral la sensación dolorosa. Se puede ver como personas que tienen un dolor en determinadas partes del cuerpo y se vuelve crónico, como se va modificando el mapa de su cerebro y como se va alterando, a su vez, cuando se le aplican tratamientos para irlo controlando. Hay técnicas que intentan cuantificarlo y caracterizarlo.

El dolor es una de las causas más frecuentes de consulta; una de cada 5 personas que acuden a un centro de atención primaria lo hacen por dolor. los más frecuentes son los dolores ósteoarticulares, derivados de artrosis, lumbalgias de tipo mecánico, traumatismos...; luego les siguen un grupo de dolores del tipo dolor de cabeza y otros tipos como el dolor neuropático producido por la propia alteración del sistema nervioso y después el dolor oncológico, derivado de procesos tumorales. También existe un grupo mixto llamado misceláneas, donde están la fibromialgia, el dolor crónico no definido, la odontalgia...

Cuando el dolor dura más de 3 meses, empieza a tener características propias, ya no ligadas a la lesión que lo produjo y llega a establecer un cuadro que puede considerarse una entidad patológica. Entonces el objetivo es tratar al propio dolor más que a la causa que lo provocó. El dolor crónico hace sufrir a quien lo padece y va ligado a la sensación de depresión, pobreza, de pensamientos de destrucción y afecta a la vida social y personal del paciente.

Un dolor agudo es fácil de tratar, pero el dolor crónico es más complicado. Necesita tratamiento y un enfoque multidisciplinar que impliquen terapias físicas, psicológicas y farmacológicas. Dentro de estas hay tres grandes grupos, donde están los analgésicos puros (paracetamol, opioides) que alivian el dolor; antiinflamatorios, que alivian el proceso inflamatorio que pueda acompañar al dolor y los coadyuvantes, donde están fármacos que inicialmente no se espera que sirvan para este cuadro pero que tienen importancia, puesto que controlan determinados tipos de dolor como los antiepilépticos, los moduladores del estado de ánimo y que controlan el dolor crónico de características neuropáticas.

Un parche transdérmico es una forma de administrar un medicamento a través de la piel, en el que hay un material con un fármaco diluido en él y a través del contacto directo con la piel se va absorbiendo de forma progresiva la sustancia. Se utiliza para fármacos del tipo opioides o derivados que son para dolores moderados. Con ellos, se evitan lesiones gastrointestinales.

martes, 2 de noviembre de 2010


Reumatismo psicógeno

El término reumatismo hace referencia a un conjunto de trastornos que afectan principalmente a las estructuras del aparato locomotor (músculos, articulaciones, etc.) y que cursan con síntomas como dolor, rigidez, deformidad o trastornos en su funcionamiento.

En los pacientes con enfermedades reumatológicas es bastante frecuente la existencia de trastornos psicológicos. Cuando dichos trastornos son la causa de los síntomas reumáticos hablamos de reumatismo psicógeno. No obstante, los síntomas psicológicos también pueden ser la consecuencia de la enfermedad reumática o del estrés que la enfermedad crónica les provoca.

En general, los motivos de los trastornos psicológicos en pacientes reumatológicos, se pueden clasificar en los siguientes:

1. Reumatismo psicógeno. Los síntomas reumáticos se deben a una somatización; es decir, se da un desplazamiento del malestar emocional desde el plano psíquico al corporal.

2. Los síntomas psicológicos están producidos por la enfermedad reumática, debido al estrés que esta conlleva, a los cambios en su estilo de vida, la pérdida de capacidad funcional, la dependencia de otras personas, etc. Todo esto puede dar lugar a un cuadro ansioso-depresivo.

3. Coexistencia de una enfermedad reumática y un trastornos psicológico, sin que ambos guarden relación. Algunos autores rechazan esta postura al considerar que todos los síntomas, tanto físicos como somáticos, que una persona presenta en un momento dado están relacionados, pues ven al ser humano como un todo.

4. Trastornos psicológicos producidos por los efectos secundarios de los fármacos utilizados para tratar el reumatismo (corticoides, antiinflamatorios), como la psicosis por corticosteroides.

5. Trastornos psicológicos producidos por la afectación del sistema nervioso por la enfermedad reumatológica.

6. Alteraciones psicológicas provocadas por el dolor crónico. En los pacientes con dolor es frecuente la existencia de sintomatología psicológica, predominando la ansiedad y la depresión. La ansiedad es más típica del dolor agudo, mientras que la depresión es más característica del dolor crónico. La ansiedad también está relacionada con la percepción del dolor, de modo que a mayor ansiedad, mayor percepción del dolor, aunque no se conoce el motivo.

En las páginas siguientes veremos diversos cuadros de reumatismo psicógeno.

1. Síndrome cervicocraneal psicógeno.

También llamado síndrome neurótico-cervical de Rallo, o síndrome cervicocefálico psicógeno. El síntoma principal consiste en un dolor en la nuca (nucalgia) que a menudo se extiende hacia la región occipital.

Otros síntomas que también pueden estar presentes son los siguientes:

Vértigos, con sensación de inseguridad o mareo, que pueden llegar a dificultar la marcha.

Zumbidos en los oídos y problemas de audición.

Molestias en la faringe al tragar.

Trastornos funcionales de la visión.

Parestesias (entumecimiento, adormecimiento, hormigueo) en las extremidades superiores.

Existe una relación entre los síntomas y los conflictos psíquicos, de manera que dichos síntomas desaparecen cuando desaparece el conflicto.

Se presenta sobre todo en mujeres entre 35 y 45 años con otros síntomas de carácter depresivo, que llevaría a incluir los síntomas cervicales como parte de una depresión somatomorfa.

No hay que confundir este trastornos con otros similares como la artrosis cervical o la insuficiencia vertebrobasilar. La diferencia consiste en que al realizar una radiografía en un caso de síndrome cervicocraneal no se encuentran más alteraciones que las que cabría esperar en función de la edad del paciente. Por otro lado, la causa de la insuficiencia vertebrobasilar es de tipo arteriosclerótica.

2. Dorsalgia benigna.

Consiste en dolores localizados en la espalda, en la región interescapular (entre las "paletillas"), desde la parte baja del cuello hasta la cintura. A veces el dolor se extiende hasta la zona intercostal o el pecho. El dolor es variable, pudiendo presentarse como parestesias, quemazón.

Es más frecuente en mujeres jóvenes, de 16 a 40 años, con profesiones que requieren cierta sobrecarga muscular y que precisan un grado de atención que puede provocar tensión nerviosa; por ejemplo, costureras, mecanógrafas, telefonistas, planchadoras, etc.

El dolor es persistente y aparece un problema psíquico acompañante.

Durante la exploración física se detecta una contractura muscular en la zona y dolor al presionar las vértebras dorsales, sobre todo desde la D3 a la D5.
Lumbalgia psicógena

El dolor lumbar suele producirse normalmente al realizar un movimiento brusco o al levantar un peso excesivo. En estos casos, se trata de un dolor agudo que desaparece con el tiempo.

En cambio, cuando el dolor es crónico, en la mayoría de los casos se trata de la expresión de un conflicto psíquico y constituye una lumbalgia psicógena.

Este tipo de lumbalgia es una de las causas benignas más frecuentes de discapacidad en personas menores de 45 años.

Es más frecuente en mujeres que se sienten inseguras a la hora de enfrentarse a las exigencias de sus vidas, lo cual se refleja en una postura excesivamente rígida de la columna vertebral. También se da en mujeres que han dejado de ofrecer resistencia y se hunden bajo el peso de las exigencias de sus vidas.

Cuando no se tienen en cuenta los aspectos psicológico en el tratamiento, de manera que este se limita a los síntomas físicos, el trastorno no desaparece sino que se cronifica, con la consiguiente frustración para médico y paciente. En cambio, cuando se tienen en cuenta los factores psicológico y se lleva a cabo la psicoterapia correspondiente, los resultados suelen ser positivos.

Los trastornos psicológicos más frecuentes que aparecen entre estas personas son, en primer lugar, los trastornos somatomorfos, seguidos de depresión, ansiedad y abuso de sustancias.

Acroparestesias nocturnas

Se producen parestesias (adormecimiento, hormigueo, entumecimiento, etc.) de los pies y las manos que en ocasiones se extienden a los antebrazos y los brazos. A veces el quinto dedo no se ve afectado. No se dan trastornos motores ni atrofia muscular.

Aparece sobre todo durante la segunda mitad de la noche, interrumpiendo el sueño, y afecta sobre todo a mujeres pre o postmenopáusicas que presentan también estrés.

http://www.cepvi.com/psicosomatica/reumatismo3.shtml